Mario Berrios



En la obra Los Pájaros de Belén, se llega a tener la impresión de estar ante una novela policíaca. Pareciera, en determinado momento, que se confundieran ficción con realidad. Pero no. Es un auténtico testimonio de la podredumbre de los actores y entes encargados de impartir justicia en nuestra sociedad y, a la vez, un reflejo de la dignidad y la virtud del agente investigador y el juez que aún en el fango, no se contaminan: florecen.
Es un relato de historia real, de búsqueda, de sobresalto, de persecución, de golpe tras golpe al bajo mundo, de reveses y éxitos de la policía, de destrucción y de muerte de la más peligrosa banda de secuestradores de la que haya operado jamás en Honduras, la tristemente célebre pandilla de los siete hermanos Bustillo Padilla.
Los Pájaros de Belén es un dedo en la llaga. Señala méritos y virtudes. Devela el rostro de corruptos y corruptores. Pone a cada quién en su lugar. Registra cobardías debilidades y picardías de los que en su momento doblaron la columna ante el crimen organizado. El libro consigna la audacia de los hombres y mujeres auténticos, de alta moral, de esos que no flaquearon ni flaquean nunca ante el fajo de billetes bajo la mesa o ante el temor de una arma matrera en su sien.

Los comandantes
El enfrentamiento durante más de tres décadas (1960-1990), entre subversivos y fuerzas de seguridad, sembró en todos los países latinoamericanos un escenario de muerte que prácticamente cercenó las aspiraciones legítimas de la sociedad. La enemistad infundada entre guerrilleros y militares dio como resultado un pacto a la inversa cuyo lema parecía ser no dejar rastros entre unos y otros. Esta guerra fría que, a la vez, era guerra sucia, tuvo sus protagonistas y anti héroes, muchos perdieron la vida creyendo que así ganaban la gloria, y otros perdieron el juicio pensando que se trataba de una hazaña patriótica. Este libro nos demuestra, desde la óptica de un ex militar hondureño, que la contienda política-ideológica se tornó sangrienta debido al sectarismo de los bloques contendientes al emplear formas de lucha erróneas. Por fortuna, los nuevos acuerdos democráticos, parecen mejor alternativa que derramar la sangre en el vacío, y como dice Mario Berríos, en su obra Los comandantes: “algo de paz entregamos a las futuras generaciones, de aquel tiempo a este, poco espacio queda para los corruptos en las fuerzas de seguridad y esferas del gobierno, y muchas amenazas han desaparecido”.


Un payaso en el delito
La presente obra constituye un verdadero y auténtico relato de la génesis y ocaso de un delincuente, su virulenta vida matrimonial con el delito; es una tenaz búsqueda de las condiciones generadoras del mal y del bien. Es esta una obra llena de las aventuras, el ingenio y la energía de una persona que intenta lograr la realización de su vida haciéndolo de la peor manera: con el delito a sus espaldas.
Un camino que inobjetablemente conduce por el túnel de la desgracia. Un largo y tortuoso pasillo hacia el desprecio y la infelicidad, hasta donde, incluso, se pierde el amor, la fidelidad y el respeto de sus seres amados: amigos, padre, madre y hasta de los hijos.
¿Es la institución de la familia protegida debidamente por el Estado? ¿Es la educación pública accesible y adecuada para todos los ciudadanos?. ¿ Están debidamente capacitados los miembros de las instituciones responsables de impartir justicia? ¿Proporcionan los padres el cuidado y la catadura moral necesaria a los hijos desde la infancia?. ¿ Es el hombre bueno y se hace malo? ¿Es el hombre malo y a ratos bueno? Conozca esta historia y juzgue las posibles causas y respuestas a estas interrogantes. Conozca este personaje producto de nuestra "suciedad" que pretendió una vida mejor. Un guasón que repitió incansablemente las acciones más aborrecidas: el mal al prójimo. Que usó su extraordinario ingenio para la maldad y no para el bien.
Es su historia una paradoja. A veces haciendo el mal y a ratos; el bien......Sus aventuras, humor, picardía, erotismo cómico y sus delitos finalmente le llevaron al exacto espacio que se merecía en las prisiones; una celda y también su propia condena y posterior arrepentimiento.
Inicia su vida siendo un hijo abandonado a la suerte por su madre luego de una tortuosa relación con un hombre que la engaña y la maltrata. Su vida de pequeño transcurrió entre las miserias de un lugar y de su putativa madre que poco o nada podía darle. Nunca pudo tener ninguna comodidad y los juguetes que miraba en otros niños fueron siempre una utopía, un sueño que nunca vería hecho realidad. Siempre fue sumiso con su madre y se tragó - como alimento - día a día los insultos y castigos de su "progenitora". Desde su infancia trabajó incansablemente para ganarse el sustento diario y también para darle un poco de satisfacción a su familia. Hizo reír y gozar a cuanta persona tuvo en su camino y aún conserva la atracción por hacer feliz a sus semejantes. Aprendió desde su puerilidad - que en la escuela de la calle - y para sobrevivir en la selva de este mundo se requiere de mucho trabajo y sacrificio; pero también de ciertas acciones que a veces son imperiosas para mantenerse con vida: matar si es necesario.
Sus aventuras le llevaron por diferentes batallones y por último a la unidad élite del ejército de Honduras, las gloriosas Fuerzas Especiales, donde, luego de participaciones intrépidas, dejó una huella de héroe deformado y alumno descarriado ya que utilizó los conocimientos adquiridos para hacer el mal y no para el bien.
Los episodios delictivos lo arrastraron en una cadena de ilícitos por toda Centroamérica, especialmente en El Salvador y Honduras, países donde burló la justicia incesantemente con la complicidad de muchas autoridades militares, policiales, judiciales y empresarios. Acaparó liderazgo en toda banda delictiva a la que se unía, especialmente las que se dedicaban al robo de vehículos, asaltos, tráfico de armas y hasta degradarse vertiginosamente involucrándose en fechorías de drogas. Rápidamente formó sus propios grupos de acción ilícita hasta en el interior de los presidios en donde encantaba a todos los presentes y logró la solidaridad y aceptación de sus compañeros con sus actuaciones artísticas ante el asombro de la población penitenciaria; también poseía una gran astucia que le permitió salvar la vida en múltiples atentados que en su contra experimentó a lo largo de su carrera delictiva. Allí mismo conoció en carne propia el rostro de la más despreciable corrupción..
El amor por la acción armada lo arrastró hasta montañas y lugares urbanos ocultos donde convivió con guerrilleros del FMLN de El Salvador y en cuyas campañas dejó un legado de valor e igualmente de inquebrantable desprecio por los hombres que hicieron de la revolución, un negocio.
No le bastó una mujer, ni dos, ni tres. Mantuvo relaciones amorosas con un sinnúmero de féminas a las que terminaba por cansar debido a las constantes y prolongadas ausencias en los seudo hogares que formaba y sus hijos poco o nada le conocieron.


Vía crucis de un secuestro
Este es el relato de la zozobra que experimentó una familia hondureña a causa del secuestro de uno de sus hijos menores, de apenas seis años de edad; hecho cometido por una de las bandas criminales que por esos días azotaba al país.
El relato testimonial del autor nos motiva a revivir aquella trágica experiencia y, de hecho, hace que vivamos in situ y en carne propia, el sufrimiento a que fue sometida la familia.
El lector conocerá: el martirio psicológico, la incertidumbre de no volver a mirar con vida al niño, el ingenio de un grupo de amigos y colaboradores del núcleo familiar que se juegan - durante su gestión- la vida del menor como en una partida de ajedrez, donde un mal movimiento puede ser fatal y, las conspiraciones que germinan nos ofrecen innumerables momentos de suspenso, dolor y agonía; al estilo de las mejores tramas novelescas.

Además de ser un libro extraordinario por todo su contenido real y de perfil criminológico, puede ser utilizado como un texto de consulta en casos de secuestros, negociaciones con secuestradores y para la prevención de los mismos, aunque, parafraseando al autor: cada secuestro es como una huella digital y tiene sus propias particularidades, por lo que no pueden ser enfrentados de la misma forma.
Es un libro elaborado con lenguaje popular, a fuego lento, por lo que el público podrá disfrutar de un relato fascinante y estremecedor.


El Caimán y el Verdugo
En los textos de Mario Berríos encontramos valores ocultos que nos indican su capacidad narrativa, sin embargo alguno es tan evidente que puede dar lugar a confusiones interpretativas, porque tiene que ver con la vida misma del autor que hoy nos ocupa en la presentación de su último texto narrativo. Aquí éste prolífico autor incursiona en el subgénero de la novela policial, utilizando, quizá, para la construcción de la trama de esta historia ficticia, sus vivencias y por qué no decir sus videncias, como criminalista experto en la investigación criminal, para mostrarnos, una vez más, su talento en esa nueva faceta de actuante creador, que le ha dado valor literario a una realidad o a un momento cronológico concreto de la historia de una ciudad o mejor dicho de una región, porque si bien es cierto que en su proloquio retrata a la ciudad de San Pedro Sula como el epicentro ambiental donde se mueven los protagonistas y antagonistas de la su narración, la movilidad de los mismo abarcan el espacio de todo el valle de Sula.
En otras palabras, la novela desde el inicio nos ubica en un plano temporal físico cronológico porque el autor empieza el prefacio consignando 1992, año en que suceden los hechos narrados en esta novela. De inicio nos ubica espacialmente en San Pedro Sula, y sin andar con rodeos nos mete en una historia donde predomina un realismo descarnado, de tal manera, que el lector siente las emociones y sentimientos de los personajes a medida se va introduciendo en las páginas de este texto y logra darse cuenta del sufrimiento de la joven Marissa Escambray Castillo, raptada por un enamorado de ojos, despechado, para luego ser vendida por Lps. 3.000.00, a un proxeneta, quien la obligará a ejercer la prostitución en el valle de Sula, proponiéndosela a algunos hombres potentados que buscan saciar su animalidad con jóvenes vírgenes.
Después de varios días de permanecer encerrada en el burdel El Caimán de la ciudad de El progreso, la joven Marissa Escambray Castillo es liberada por el teniente Miguel Castelmar con la ayuda del colaborador y amigo de confianza Marcelo Polanco, los agentes especiales de inteligencia Pedro Pablo, Marvin Baiza, Roberto Bandolón y un curtido agente de la DNI llamado Santón. Para rescatar a la joven tienen que penetrar valientemente en el burdel El Caimán, propiedad del proxeneta Atanasio Galo Diez, éste es un excadete de la Academia Nacional de Policía, de donde fue expulsado en 1985 por fraude académico. Y luego destituido, por distribuir y consumir marihuana, con baja deshonrosa, del Centro de Instrucción Policial en 1986, en estos lugares era conocido con el mote de Tomahawk. Después se convirtió en pupilo de Nelly Leva. Atanasio Galo Diez, ahora lo conocemos como "El verdugo" peligroso delincuente que finalmente se convierte al evangelio y el local donde funcionó el burdel El Caimán ha sido convertido en una sala de oración y recogimiento espiritual.

El Caimán y el Verdugo nos hace una descripción realista de la vida en un burdel, “Donde los proxenetas venden cuerpos femeninos y se enriquecen con el sufrimiento, honor dignidad, hambre y dolor de muchas mujeres”. Nos presenta un ambiente objetivo que podemos captar sensorialmente, y se llama por su nombre a los lugares para todos nosotros conocidos, por ejemplo: "Castelmar ha finalizado su reconocimiento de áreas en la ciudad de La Lima. Arranca su vehículo y se dirige hacia la salida de la localidad, llega al desvío de Chotepe…”. "Marcelo Polanco comenzó temprano su recorrido por los burdeles de San Pedro Sula".
La novela nos presenta un cuadro aterrador de la violencia ejercida contra indefensas mujeres en el interior del burdel; el miedo o la vileza de las víctimas se respira en la atmósfera, la muerte es omnipresente, forma parte del ambiente. Sin embargo en el operativo de rescate no se produce baja mortal alguna, se realiza un rescate inteligente, sesudo, se resuelve el caso haciendo uso del intelecto, sin combatir el crimen cometiendo otro crimen, sin enfrentarse al lobo convirtiéndose en lobo, y en este sentido puedo decir que es una innovación al subgénero de la novela policíaca, novedad porque se aleja del caso oscuro, laberíntico y sin solución planteado en los cuentos del creador del género Edgar Allan Poe, de los enigmas a partir pistas y piezas que encajan en la novelas de Artur Conan Doyle, y de lo esencial de la novela negra de la escuela estadounidense, donde la muerte mancha de sangre las páginas.


MATA… O MUERES
No es la historia de Ramón Mata, es la de otro, el pergeñado en la mente del autor, en la imaginación donde todo es posible, o increíble, según se vea.
Algunos lectores pueden pensar que se trata de una historia en ficción, o que la ficción cobra realismo.
Es la otra cara, o de ver las cosas por el que escribe, su concepción de los hechos, su propia versión de esa historia plagada de traiciones y sinsabores, de asesinatos y droga entre la magia de un relato estremecedor y mágico.
Se trata del Mata que ha podido, el autor, investigar e inventar en su imaginación, que ha podido reposar en su fantasía literaria.
La tragedia de Prissi Roldán, un hombre solitario que trabaja encubierto para la DEA, que sin el amor de una mujer prefiere morir.


PORTAL DEL INFIERNO (Operación Patuca)
Es la historia de un grupo de guerrilleros comandados por el doctor José María Reyes Mata, Comandante Pablo Mendoza, del padre jesuita Guadalupe Cargney, el General Gustavo Adolfo Álvarez Martínez, el ex presidente Roberto Suazo Cordova y el ex embajador Jhon Dimitri Negroponte, el rol que todos jugaron durante el conflicto Honduras-Nicaragua en 1983, en lo que se llamó la Operación Patuca.
El autor, Mario Berríos, durante muchos años miró la preocupación, estupor y sed de la sociedad por saber qué había pasado, qué destino había tenido una fuerza guerrillera compuesta por cerca de cien hombres. Comenzando en territorio nicaragüense, penetraron en tierra hondureña en 1983, con el propósito de afincarse en lo más recóndito de las selvas olanchanas —imitando las acciones del Ché Guevara y su teoría del foquismo, como era el búm revolucionario durante la época de la guerra fría—, desde donde dirigirían el proceso de controlar y dominar territorio para luego desarrollar sus actividades armadas en contra del gobierno constitucional de Honduras, presidido por el doctor Roberto Suazo Córdova, elegido un año antes por el voto popular.
Entre esos jefes guerrilleros figuraba el doctor José María Reyes Mata “Comandante Pablo Mendoza”, el nicaragüense David Arturo Báez Cruz “Comandante Gregorio y Thompson”, exmiembro de las fuerzas especiales de los EUA, el padre jesuita norteamericano James Francis Carney, llamado también Guadalupe Carney “Comandante Mario”, y otros jefes de guerrilla, quienes fracasaron en “combate” y luego sus restos “desaparecieron”; como si la montaña se los hubiese tragado.

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