EL ROSAL (poemas)



UN COMENTARIO DE Y SOBRE ANGEL RODRIGUEZ
Ángel Rodríguez tiene una larga trayectoria haciendo teatro. También, según nos muestra, ha pergeñado versos (y prosa) con alguna periodicidad. El teatro le ha servido para plantear sus preocupaciones sociales, teatro para desnudar y denunciar. La poesía representa su fase íntima, fase de los monólogos del Yo que desea llenar sus vacíos, sus ausencias- tenue cara de la sociedad- que desea integrarse, por ejemplo, a esa mujer que pasa y que se expresa por medio de una naturaleza altamente significativa. Naturaleza poblada de signos humanos, símbolo, imagen de sus deseos y sus sueños. En ella- nunca ha sido tan femenina esta palabra- busca trascender, trascenderse.
Poesía esencialmente romántica. Como tal, la amada es aérea, volátil. Casi siempre es una ausencia, mujer-eco, mujer-aroma, mujer-aire, mujer- nunca, mujer- jamás… sólo queda el paisaje en  el, y su presencia. El poeta la proyecta en el paisaje. El recuerdo y su nostalgia se posan en el mar, en el cielo, la luna, el viento, la lluvia, el árbol, las mariposas propicias “para dibujar su nombre…” Amada y naturaleza se interprenetran, se complementan. La naturaleza es la imagen, su imagen, a la que el poeta desea fundirse: “mis ojos se tragan el horizonte.”.
Poesía- conjuro, liberadora, catártica. Tentativa de exorcizar el silencio. La tristeza, la desesperanza en ELLA: mujer- naturaleza. Ángel Rodríguez retoma, hace retornar esta vieja actitud poética y vital del romanticismo decimonónico. Una pregunta se me viene de golpe: ¿se habrá ido realmente o sólo cambió de rostro?
Frente a este esbozo crítico, surge una pregunta obligada, ¿Cuál es el merito de esta poesía elaborada a partir de concepciones románticas, concepciones que para nuestro tiempo serían pieza de museo? La respuesta tiene que ver con las cualidades visibles en estos poemas y que los sostienen: naturalidad y sinceridad. Tenemos una palabra plenamente emotiva que se aleja del artificio intrascendente y de la retórica vacía para que la emoción emerja sin ningún tipo de mediatización, esta forma de enunciarla nos la muestra sincera, sentida. Así, estos trabajos eluden el desgate, la muerte de no decir nada verdaderamente auténtico. Verdaderamente son una invitación a seguir caminando, ojala, que Ángel acepte. Mientras tanto leamos y digamos la última palabra.

José D. López Lazo.


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